miércoles, 5 de noviembre de 2008

Pensamiento económico Bajo Medieval: aportaciones de Nicolas de Oresme a la economía política y teoría monetaria.

Los intelectuales bajomedievales también se ocuparon de teorizar en materia monetaria, aunque del análisis de sus escritos se desprende los escasos progresos en este sentido. Seguiría vigente el metalismo aristotélico –que abogaba por el pleno contenido metálico del dinero- ya que se añadieron nuevas razones para su prosecución, como el respeto sagrado al contenido de los contratos. Esto se explicaba como fundamento para preservar la equivalencia en los intercambios.

Se registraba además este pensamiento en el surgir de voluntaristas y nominalistas de finales del XIII y del siglo XIV, considerados como los precursores de la filosofía individualista y del espíritu laico. Precisamente de esta fuente mana la teoría monetaria que expresa el dinero como propiedad individual –esencia esta de los derechos subjetivos-, indicando que era lesivo para el individuo las alteraciones de las monedas –por ejemplo fruto de la reacuñación en la que el príncipe obtenía un beneficio- con el consiguiente envilecimiento de las mismas. Esta idea llevaba implícita una crítica hacia los monarcas, que habían utilizado históricamente la reacuñación como medio para obtener liquidez.

En este sentido es clave la figura de Nicolás de Oresme (1320-1382). Sobresaliente académico en la Universidad de París, donde fue el alumno más distinguido de John Buridan. Cuando se encontraba cercano a la obtención del grado de magíster, se había extendido una polémica que inmiscuía al propio Juan II -un grupo de magnates se opusieron a la política de alteración monetaria-. Esta controversia, muy en boga por aquellos tiempos, dio pie sin duda a su interés por reflexionar sobre el origen, la función y los usos del dinero, definiéndose estas disertaciones en su Tractatus de origene et natura iure et mutationibus monetarum.

Oresme se sitúa aquí como un agudo observador, aportando una visión más política que teórico-económica. En efecto, el objetivo de la obra es saber si los soberanos tiene derecho o no a alterar la moneda a su capricho. En el Tractatus se pregunta quien puede acuñar moneda, quien debe costear la acuñación así como a quien pertenece la moneda.

Oresme no era partidario de la acuñación libre, así como consideraba que la moneda debía conservar inalterado su valor. En cuanto al lucro del príncipe en este sentido, Oresme se posicionaba claramente “Obtener beneficio de la alteración de la moneda es peor que la usura” (Tractatus, cap.10) Solo en casos muy excepcionales el príncipe estaría autorizado para alterar el contenido: defensa del reino ante un ataque extranjero y una variación proporcional del oro y la plata.

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